“En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Si, Padre, porque así te agrado”
Mateo 11:25-26 (RV 1960)
Mateo 11:25-26 (RV 1960)
En enero de este año nos mudamos a un nuevo barrio y a los pocos días nos dimos cuenta que nuestros hijos, uno de 4 y el otro de 1 año y medio ya se habían hecho de un grupo de amiguitos con quienes jugar, compartir sus juguetes y la merienda entre risas y juegos.
Mientras que nosotros los adultos tenemos cientos de condiciones y prejuicios antes de invitar a alguien a nuestra casa y comenzar a relacionarnos con ellos.
Al verlos tan espontáneos, auténticos y sin vueltas para relacionarse, sin importarles la edad, su condición cultural, credo o partido político, recuerdo las palabras de Jesús “porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños”.
Por otra parte, este texto empalma con Mateo 18,1-4, donde Jesús insiste en la necesidad de llegar a ser como niño para entrar al Reino de los cielos.
La distinción entre los sabios y entendidos por un lado y los niños, los simples e “inmaduros” por el otro trabaja sobre la dimensión paradójica, pero no arbitraria. Es un hecho que quienes se creen entendidos frecuentemente devienen en soberbios y autosuficientes.
Pidamos a nuestro buen Dios que nos haga cada día más como niños. Amén
¿Cómo te relacionabas con otras personas cuando eras niño? ¿Lo haces igual ahora? ¿Hay algo que quisieras tener en tu forma de relacionarte con otros y no tienes? ¿Se lo pediste al Señor?
Autora: S. Natalia Barrios
(Pastora en Gral Alvear, San Rafael
y Bowen, pcia de Mendoza)
(Pastora en Gral Alvear, San Rafael
y Bowen, pcia de Mendoza)
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