miércoles, 1 de septiembre de 2010

Tú tienes palabras de vida


“-¿También ustedes quieren marcharse? –Señor -contestó Simón Pedro-, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”. Juan 6:67-68 NVI


En esos momentos donde uno se debate si el llamado al ministerio vale la pena, donde uno se cuestiona si viene de Dios o de la propia inventiva, golpeado por distintas crisis en la familia y la iglesia, lastimado y herido por las circunstancias, aparecen preguntas al Señor: los por qué y los para qué de los hechos, y quizás por sordera o por falta de discernimiento uno no escucha ni comprende la voz de Dios.

En esos momentos, el desierto se transforma en una metáfora que resume la sequedad que uno vivencia internamente, aun más me encontraba desorientado, con pocas fuerzas y decepcionado. ¿Esto era la vida abundante? ¿De esto se trataba el vivir por fe? ¿Era la Gracia la manifestación concreta del amor de Dios? ¿Jesús era mi Redentor? ¿El Espíritu Santo consolaba mi vida?

Hasta que este texto del evangelio de Juan que tantas veces había leído para predicar a otros y, lo había interpretado en su contexto para estudiarlo mejor, de repente golpeaba hoy a mi vida y de una manera insistente con la pregunta de Jesús a los doce que se transformaba en una pregunta personal: ¿acaso vos también te querés ir?

Esta pregunta me penetraba. Era más que una pregunta de mi lugar en la iglesia, esta pregunta tenaz iba más allá de un llamado al ministerio. Era una pregunta de relación, de existencia, de vida. ¿Querés hacer la tuya, querés recorrer tu propio camino, querés hacer tu propio destino, querés alejarte..?

Lejos de sentirme recriminado o abandonado o criticado, vivencie el sostén que produce el amor, la gracia que libera, la misericordia que llena el corazón. Y las palabras de Pedro se hicieron carne en mí ¿A quién iré Señor? Tan solo tu tienes palabras de Vida eterna.

Esa Gracia amorosa restaura, sana, fortalece, llena de visión y pasión la vida, para servir dentro o fuera de la iglesia, para vivir la vocación pastoral o tantas otras formas que Dios tiene para mostrarse con su Gloria. Esto nos lleva a proclamar con toda nuestra vida el evangelio de Jesús. Que es más que propagar una religión, es compartir la vida en Jesús con los demás.

Para reflexionar
¿Hemos vivido circunstancia que nos llevan a cuestionar a Dios?
¿Cómo hemos resuelto esas situaciones?
¿Cómo la Palabra de Dios es agua fresca para nuestros tiempos de angustia y dolor?
¿Cuál es tu respuesta a la pregunta de Jesús en el texto?
¿Qué enseñanza para la vida comunitaria podés compartir a través de este devocional?

Para escuchar: “Eres mi buen pastor”
http://www.youtube.com/watch?v=7W2hGBx-G9s

Fabián E. Rey
(Pastor Iglesia Evangélica Metodista en Arroyito, Rosario)

1 comentario:

  1. ¡Muy buena reflexion Fabian! El error que muchas veces cometemos, entre otros muchos, es desviar el centro de nuestras vidas,correr la mirada hacia los otros, la Iglesia, el pastor, la poiítica, el presidente, los maestros, los amigos, todos tan humanos y proclives al error, a este mismo y tantos otros, como nosotros mismos. El llamado tan personal como comunitario que nos hace Jesus, nos interpela a un único centro: Dios y su palabra, Unica roca y fortaleza en nuestras erroneas vidas. La paz y la calma que nos ofrece no es la paz y la calma de los paisajes reposados y las tardes sin tiempo, sino la paz y la compania en medio de las tormentas y las batallas que a diario enfrentamos en nuestras vidas, individual y comunitaria. Y la no soledad es saberse parte de un colectivo no demsiado concreto, porque trasciende las formas institucionales humanas:Iglesias, grupos politicos, sociales etc.
    para ser un conjunto de seres humanos errados e imperfectos que, antes y ahora, rspondieron como Pedro:"¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna."

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